lunes, 4 de junio de 2007

Policía Social

¿Cómo empezar a escribir sin tener en cuenta que lo que se quiere expresar muchas veces tiende a tocar las fibras sensibles de quienes nos leen?

Muchas veces, cuando inicio el delicado arte de poner una letra después de la otra para formar algo semejante a un discurso semántico (es decir, cuando me pongo a escribir sobre cualquier pendejada que se me ocurre), debo censurarme a mí mismo aún antes de escribir la primera palabra. ¿por qué? se preguntará mi estimado lector, pues la respuesta es más simple de lo que quiero que sea: Porque muchas veces lo que uno dice (o escribe, dado el caso) tiende a ser mal interpretado o puede herir los sentimientos de otros.

Una de las razones principales por las que escribo es que siento que lo que veo es algo único (bueno, creo que todo el mundo debe sentir lo mismo), pero la información, tal y como yo la veo, no puede ser de centralizada de secreta (sueno a cuento político, lo sé), aún cuando las intimidades y reacciones ante lo que escribo pueden golpear el pensamiento del que las lee. Cuando escribo de mis amigos, de mi familia, de mis vivencias, es porque el impacto que ellas tienen sobre mis pensamientos es importante. Pero muchas veces esas vivencias son mal interpretadas, y sobre todo, hacen daño a las personas que me importan.

¿Por qué escribo tantas pendejadas? pues porque voy a poner reglas muy claras de juego. En este blog voy a hablar de muchas cosas, y como regla inicial, cada quien puede entenderlas como quiera (para eso existe la libertad de expresión), pero no se equivoquen, lo que ustedes entienden es sólo un óptica de la información, y nunca puede decirse a ciencia cierta que es una interpretación fiel de lo que yo pienso o dejo de pensar.

En como mi cuarto: mi mamá dice que está desordenado y yo digo que está en un "perfecto desorden". Juzguen ustedes cual es la verdad


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