jueves, 27 de diciembre de 2012

Cada quien llega con su rancho cultural


Nota del Autor: Inicialmente pensé en titular esta reflexión con el título ¿Quién se llevó mi coleto?, pero el título no le hacía honor a mi necesidad de compartir algo más. Así que formalmente notifico: Si no les gusta el título, pues quéjese con el autor (que con gusto escuchará sus comentarios).

Ahora y sin más preámbulos, una historia de horror.

En panamá no existe el concepto de coleto (y por transitividad, el concepto de haragán).

Para todo aquel venezolano que ha vivido en su país, existe una ley cardinal no escrita en donde en su casa no pueden faltar tres cosas:
  1. La cafetera (aunque no tomes café, para las visitas siempre hay que tener).
  2. Alguna virgen/santo/imagen espiritual (por un tema de fé en la protección de los nuestros y del santo hogar).
  3. Un haragán y un coleto (porque siempre hay algún sucio que limpiar).

El coleto forma parte de lo autóctono, es una imagen de nuestra identidad como país. Habla de la limpieza al detalle que siempre buscamos (o que tratamos de aparentar). Busca una casa sin coleto en venezuela y no la encontrarás. Es imposible, tan sencillo como eso.

En pocas palabras, un coleto y un haragán hablan de muchas tradiciones venezolanas: alguna limpieza profunda que nos obligaron a hacer, algún desastre que tratamos de esconder, algún momento en el que usamos nuestra imaginación y peleamos a los piratas/caballeros con algún vecino (porque coleto sin escoba no es coleto), algún animal que espantar. En fin, puedo enumerar cualquier cantidad de situaciones en donde un coleto (o su haragán) son no sólo útiles, sino indispensables para las necesidades de un hogar venezolano.

Mi sorpresa es que haciendo mi primera compra de recién mudado (e inmigrante por si no lo sabían)  descubro que no sólo no hay coletos, sino que el concepto es increíble para la gente.

Es desesperante hablar el mismo idioma y no darse a entender.

Así que sin mucho detalle les explico

AQUI HAY MOPAS. Para el que no sabe qué es una mopa (o trapeador), aquí les dejo una foto:

Y su nombre será GREÑUDA...

Inocentemente, compré una de estas maravillas de la tecnología (la de la foto es mía), pero al tratar de usarla como se usa un coleto/haragán, descubro que no sólo lo estoy haciendo mal, sino que lo estoy haciendo terriblemente (es decir, en vez de limpiar lo que estoy haciendo es un total y absoluto desastre).

Para aquel que me conoce, sabe que soy persona de retos, así que intenté VARIAS veces buscar la forma de auto-enseñarme a usar este misterioso aparato, ya que por dios, soy ingeniero con postgrado, ¿qué tan complejo puede ser pasar un coleto… SIN COLETO?

Entonces recordé que yo no aprendí solito a pasar coleto: me enseñó mi mamá. Claro, mi mamá es venezolana y su respuesta fue "En lo que vaya te llevo dos coletos y un par de haraganes". Si bien agradezco la intención, la solución no es ponerme a importar coletos (aunque sería un negocio interesante con la cantidad de venezolanos aquí), sino romper la barrera cultural.

Así que fui directo con la fuente: Conversé con una de las señoras que limpia la oficina, le expliqué mi predicamento (dejo a su libre imaginación la cara que puso la señora) y después de un par de consejos me explicó con cierto nivel de detalle su técnica de limpieza. Fui centro de un congreso sobre el uso correcto de la mopa, ya que se acercaron tres señoras más a explicarme sus técnicas. Realmente la mopa aquí es como el coleto en Venezuela, cada quien con su técnica y trucos.

Me pareció muy curioso que nadie les hubiera preguntado antes (estando es una oficina donde el 90% de la gente es extranjera, la estadística de ser la excepción me impresionó). Al preguntar a mis compañeros, descubrí que el negocio de la importación de coletos sería mejor negocio de lo que creo: casi todos pagan a alguien que les limpie la casa porque no saben limpiar si no es con los implementos venezolanos. Para no generar una crisis nacional por quitarle el trabajo a las señoras de servicio, decido formalmente no dedicarme al negocio de importar coletos/haraganes.

Ya sin miedo y después de tener mi certificado de asistencia al congreso internacional de la mopa/trapeador, me puse a practicar en la casa. Debo confesar que la técnica es más compleja que el uso del coleto/haragán, pero bien hecha el resultado es bastante satisfactorio. Tengo ideas interesantes para una técnica coleto/mopa/haragán que me permitan expandir mis ideas de negocio (conozco gente en Venezuela que mataría por una buena mopa en las manos correctas).

Hay muchas moralejas en esta historia, cada quien que se quede con la suya, pero la realidad es que no dejo de pensar en lo simple que es todo cuando decides que es alguien más quien decide tus valores, eres tú mismo el que decide cuando y como afrontar los retos y aprender de ellos, fortaleciendo tus valores en el camino. 

lunes, 17 de diciembre de 2012

Ángeles en la Vida

Sé que no soy el único al que le ocurren estas cosas, pero la realidad son el tipo de situaciones que me hacen realmente pensar en que existe buena gente. A ver que opinan.

Dado que me estoy mudando, que mi esposa no está conmigo ahorita (Dios mío, que falta me hace) y que el apartamento al que me estoy mudando está completamente vacío, queda en mis manos armar un hogar teniendo en cuenta que:
  1. Tengo el dinero contado
  2. Ando a pie
  3. No tengo ni la menor idea de lo que tengo que hacer
Así que después de mudar mis pocas maletas de un apartamento corporativo a un apartamento propio, definí claramente mis prioridades
  • Comida
  • Diversión
  • Día a día de la casa (Cocina y limpieza)
Es decir, primero ir al automercado a hacer una primera compra (tengan en mente que NO tengo carro, lo cual dificulta enormemente cualquier actividad que involucre el transporte de cualquier cosa) y luego de eso organizaría las demás actividades.

Hasta los momentos no había hecho una compra como dios manda en esta ciudad, así que conseguir todo en un sólo automercado, pues realmente asusta para alguien que tiene toda su vida adulta buscando productos en varios automercados.

Después de la compra y un viaje rápido en taxi (hay una línea justo afuera del automercado, así que no soy el único tonto que piensa en hacer compras inmensas) me decido por ir a buscar ofertas navideñas en electrodomésticos.

Al llegar a una de las tiendas (ya tengo tres horas caminando) lo veo: UN TELEVISOR. El me vé, me llama, me hace señas... Yo, inocente, lo veo, lo analizo, veo el precio, me imagino cómo se debe sentir verlo en mi cuarto (o en la sala) y es amor a primera vista. Aparte, había 20% de descuento por ese día. Imposible pelarselo. Durante mis coqueteos iniciales, observo un señor, que se encuentra en una conversa interesante con su esposa sobre qué televisor comprar. Hablamos informalmente, de ese tipo de conversaciones casuales tipo:

- Mi esposo - Dice la señora - Quiere un televisor que dure para toda la vida, porque él es de los que no cambia las cosas sino hasta que están fuera de la capacidad de reparación -
- Bueno - respondo yo - La verdad es que estos televisores siempre me han salido buenos - Tratando de ser amable, le señalo algunas cosas que me gustan de los televisores que están viendo.
Después del horrible trámite del dinero (siempre ese paso me genera incomodidad), me dirijo al área de entrega y observo a la simpática pareja también esperando un televisor. El señor empieza a conversar conmigo de manera informal, sin muchas complicaciones, acerca de lo importante que son estas compras para él.

Yo empiezo a pensar en algo que no había pensado hasta ese momento: Cómo demonios voy a transportar yo un televisor TAN grande a pie. Aparte, para llegar a la casa tengo que pasar por un desfile en la ciudad, lo cual hizo que automáticamente descartara casi cualquier taxi (muy groseros de paso).

Al escuchar mi historia, el señor me dijo: "Vente con nosotros, que te llevamos, mi esposa me había dicho que si necesitabas ayuda podíamos ayudarte"

Así de simple para él. Yo era un extraño, ni siquiera sabía mi nombre, con todos los prejuicios que yo tengo de venir del país de donde vengo. Y aparece esta pareja de ángeles en un momento donde mi mente disparatada había hecho una locura (Comprar un televisor sin saber donde ponerlo). 

Hay que tener en cuenta que soy una persona que raramente pide ayuda, y menos aún a los extraños. Tiendo a ayudar a la gente sin esperar nada a cambio (mi esposa me dice que soy medio tonto, pero justifico su pensamiento por el país de donde vengo), pero para que yo pida ayuda, realmente tiene que ser algo que está fuera de mis capacidades POR MUCHO.

Acepté, pero al ver que llegar a mi apartamento era una odisea (les comenté del desfile, ¿verdad?) traté de que me dejaran en algún lugar en donde pudiera transportar a pie el televisor por unas 5 cuadras. Ellos se negaron. Dieron una vuelta inmensa para llegar a mi apartamento por otro lado. Los atrasé en su domingo. Realmente me sentía mal.

Cuando me dejaron (Y me ayudaron a descargar el televisor), no tenía palabras de agradecimiento, pero la esposa me dijo:

- Uno no sabe cuando puede obtener ayuda - Me dijo al darme su tarjeta - Yo en su momento fui ayudada en muchos lugares cuando más lo necesité, así que no te preocupes -

Sus palabras han tenido mucho impacto en mi mente, me hacen estar seguro de las decisiones que he tomado en mi vida.

Es por esto que escribo esto, para reforzar el pensamiento de que existen ángeles en la vida, que aparecen en cualquier momento, y te hacen recordar por qué las cosas son como son.

A esos ángeles, gracias... Voy a seguir mi rumbo sabiendo que otros pueden necesitar mi apoyo en algún momento.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

El Inmigrante Turista

 Si algo he aprendido en estas dos semanas que llevo aquí, es que el tiempo pasa más rápido de lo que uno cree.

Llevo poco tiempo en mi nuevo lugar de trabajo como para generar algún juicio. Algo que sí tengo claro es que como todo trabajo, hay cosas buenas y cosas malas. todo para mí es un reto, así que no estoy en una mala posición. Siempre aprendiendo, siempre buscando ser mejor de lo que fui ayer.

Llevo el suficiente tiempo como para tener ideas iniciales de cómo se manejan las relaciones sociales en mi entorno inmediato. Pero no voy a hablar de ese punto, aún mis nociones iniciales me parecen confusas.

Ahora, tengo suficiente tiempo aqui como para hablar como un Turista. Ya tengo dos semanas aqui, el tiempo máximo en lo que un turista puede ser considerado como tal. Después de ese tiempo, ya entras en un espacio que he decido llamar "El inmigrante turista".

En este tiempo ya conozco lo suficiente de una región de la ciudad como para moverme cómodamente, es como establecer tu perímetro inicial. Hay gente que define ese perímetro como es espacio entre los tres lugares más importantes: Tu casa (temporal o permanente), tu lugar de trabajo (o si estás realmente de turista, el lugar a donde más te diriges) y tu lugar de esparcimiento (en mi caso, el centro comercial que más me guste). 

Por mi naturaleza bizarra, decidí que mi espacio de comodidad iba a incluir la mayor cantidad de ciudad posible.

Así que me puse a caminar.
 
Una bonita ciudad para caminar sin lugar a dudas

El primer día caminé sin ninguna ruta definida, simplemente absorbiendo la mayor cantidad de sensaciones visuales, auditivas y olfativas posibles. Caminé más o menos 2 horas por avenidas que consideré principales a mi ojo experto. Aprendí mucho de la ciudad viendo a la gente caer en su propia cotidianidad: esperar al transporte público, caminar desde sus lugares de trabajo, conversar casualmente en un restaurant, comer algo en un puesto ambulante, trabajar, y quién sabe qué otra actividad más.

En otras palabras, fui netamente un expectador más.

Después de ese primer día, donde terminé total y absolutamente aturdido, coordiné varias actividades de búsqueda de residencia permanente, donde me llevaron a varios lugares a ver posibles sitios de hospedaje. Hay que tener en cuenta que al ser la primera vez que me montaba en un carro estaba literalmente perdido: Bien me hubieran podido llevar a otra ciudad y no me hubiera dado cuenta.

Viajar en una ciudad nueva, de pasajero, en un carro, es totalmente confuso: Aún cuando mi brújula interna es buena, realmente me perdí. Ví muchas calles, pero en realidad nada significaba para mí. Las personas con las que estaba me decían: "Esta zona es céntrica, bonita, tiene bastante acceso, etc". Soy una persona que cree en los demás, pero la conversa me sonaba demasiado a ventas, así que no me la creí en un principio.

Así que después de un buen rato viendo apartamentos, regresé a un punto conocido (es decir, me dejaron botado en el primer lugar que reconocí porque realmente no quería seguir saltando de lugar en lugar sin entender nada) y tomé una decisión: Volver a recorrer el trayecto a pie.

Empecé a conectar lugares con sensaciones, a recordar por donde había caminado sin rumbo, a respirar el aire de la ciudad como uno más. Y al empezar a conectar todo ese caminar, descubrí que mientras más caminaba, más empezaba a entender la ciudad.

Hice la misma actividad casi una semana seguida (creo que la agente de bienes raíces empezó a cansarse de mí), aprendiendo todos los días un poco más, trazando nuevas rutas, hablando con la ciudad en el idioma de la calle. Hasta que llegué al punto en el que dejé de escuchar y empecé a hablar.

Me falta demasiado por conocer, pero ya voy agarrando el truco

Me monté en un autobus, caminé y no necesité buscar un mapa para saber donde estaba. Pude apuntar hacia donde estaban las cosas.

En ese momento fue que me enamoré de la ciudad.

Me enamoré como el primer amor adolescente, el que no ve ni entiende que es lo que le gusta, el que apenas conoce a ese objeto del afecto. Pero en realidad me enamoré.

Eso significa que en algún momento dejaré la inocencia y empezaré a pelear, a no escuchar, a dejar de sentir el mensaje, a no escuchar lo que en realidad me quieren transmitir.

Pero ahorita soy un simple inmigrante que tiene el suficiente tiempo para entender lo que la ciudad tiene para ofrecer. 

A ver que me consigo después.