sábado, 18 de agosto de 2007

This Six Words In My Head


"Voy a escribir esto porque debo".

No porque quiero, porque en estos momentos la realidad supera a la ficción tanto que parezco personaje de mis propios cuentos.

No porque deseo, ya que las implicaciones de lo que escribo no deben superar lo escrito, y dado que esta ya no es la realidad, el efecto de estas palabras debe ser más fuerte de lo que probablemente puedo manejar.

Pero debo escribir esto, porque a final de cuentas, si uno no aprende por las buenas, debe aprender por las malas.

En fin, la idea de este escrito es hablar sobre el valor.

No sobre el valor del dinero, ni el valor de la amistad, sino simplemente el valor como sentimiento humano.

Hasta hoy he pensado en el valor como el sentimiento de seguridad que se tiene aún cuando existe la posibilidad de hacer un sacrificio por un bien mayor (sea personal o altruista). La realidad me ha impactado tan fuerte que debo realmente descubrir que me he equivocado tan rotundamente que no puedeo dejar de pensar en ello.

Y decir sin lugar a dudas que soy muchísimo más cobarde de lo que realmente he querido aceptar.

Siempre he estado a la espera de las pruebas que me hacen sentir que valgo lo que soy, que puedo manejar las malas desiciones y los errores de la mejor manera posible.

He tratado de aprender sobre los golpes ajenos (Cosa que ahora sé es imposible).

He tratado de evitar incomodidades de las personas a mi alrededor, esperando que la felicidad sea más fácil de absober en un ambiente agradable.


Que equivocado he estado.

Sin querer (¿o queriendo? aún no sé la verdad a esto) he dejado de mostrar valor, escudandome ante la lógica de mi alma, navegando con mis instintos, equivocandome de camino a propósito, teniendo todas las de ganar y perdiendo a propósito, todo con el fin de probarme a mi mismo de que soy digno de lo que soy y debo ser.


Pero al final cometí el error más elemental.

Pensar que no me importan los errores, que siempre podré levantarme sin importar los golpes, que podría aguantar la realidad tan cruda como debe ser, pero sin que haga efectos en mi mente.

Esta vez no es así, porque no importa que tanto trate de convencerme de la realidad, no puedo dejar de pensar que todo es un sueño, de que este es un golpe del cual es probable que no me pueda levantar.


Estoy preparado para todo, menos para ser un cobarde y no afrontar mis propios errores por primera vez. No sé si esto es valor o no, simplemente sé que el tiempo no cura todo, a veces, sólo hace que el temor aumente.

1 comentario:

Dubresa dijo...

De los errores ajenos NO se puede aprender a no cometer lo mismo. Lo que SI puedes obtener de ello es el contexto del error y su consecuencia. Esto facilitará tu trayecto en el error cuando lo cometas, porque sabras donde el río te llevará a la final y disminuirá así la incertidumbre.