miércoles, 12 de diciembre de 2012

El Inmigrante Turista

 Si algo he aprendido en estas dos semanas que llevo aquí, es que el tiempo pasa más rápido de lo que uno cree.

Llevo poco tiempo en mi nuevo lugar de trabajo como para generar algún juicio. Algo que sí tengo claro es que como todo trabajo, hay cosas buenas y cosas malas. todo para mí es un reto, así que no estoy en una mala posición. Siempre aprendiendo, siempre buscando ser mejor de lo que fui ayer.

Llevo el suficiente tiempo como para tener ideas iniciales de cómo se manejan las relaciones sociales en mi entorno inmediato. Pero no voy a hablar de ese punto, aún mis nociones iniciales me parecen confusas.

Ahora, tengo suficiente tiempo aqui como para hablar como un Turista. Ya tengo dos semanas aqui, el tiempo máximo en lo que un turista puede ser considerado como tal. Después de ese tiempo, ya entras en un espacio que he decido llamar "El inmigrante turista".

En este tiempo ya conozco lo suficiente de una región de la ciudad como para moverme cómodamente, es como establecer tu perímetro inicial. Hay gente que define ese perímetro como es espacio entre los tres lugares más importantes: Tu casa (temporal o permanente), tu lugar de trabajo (o si estás realmente de turista, el lugar a donde más te diriges) y tu lugar de esparcimiento (en mi caso, el centro comercial que más me guste). 

Por mi naturaleza bizarra, decidí que mi espacio de comodidad iba a incluir la mayor cantidad de ciudad posible.

Así que me puse a caminar.
 
Una bonita ciudad para caminar sin lugar a dudas

El primer día caminé sin ninguna ruta definida, simplemente absorbiendo la mayor cantidad de sensaciones visuales, auditivas y olfativas posibles. Caminé más o menos 2 horas por avenidas que consideré principales a mi ojo experto. Aprendí mucho de la ciudad viendo a la gente caer en su propia cotidianidad: esperar al transporte público, caminar desde sus lugares de trabajo, conversar casualmente en un restaurant, comer algo en un puesto ambulante, trabajar, y quién sabe qué otra actividad más.

En otras palabras, fui netamente un expectador más.

Después de ese primer día, donde terminé total y absolutamente aturdido, coordiné varias actividades de búsqueda de residencia permanente, donde me llevaron a varios lugares a ver posibles sitios de hospedaje. Hay que tener en cuenta que al ser la primera vez que me montaba en un carro estaba literalmente perdido: Bien me hubieran podido llevar a otra ciudad y no me hubiera dado cuenta.

Viajar en una ciudad nueva, de pasajero, en un carro, es totalmente confuso: Aún cuando mi brújula interna es buena, realmente me perdí. Ví muchas calles, pero en realidad nada significaba para mí. Las personas con las que estaba me decían: "Esta zona es céntrica, bonita, tiene bastante acceso, etc". Soy una persona que cree en los demás, pero la conversa me sonaba demasiado a ventas, así que no me la creí en un principio.

Así que después de un buen rato viendo apartamentos, regresé a un punto conocido (es decir, me dejaron botado en el primer lugar que reconocí porque realmente no quería seguir saltando de lugar en lugar sin entender nada) y tomé una decisión: Volver a recorrer el trayecto a pie.

Empecé a conectar lugares con sensaciones, a recordar por donde había caminado sin rumbo, a respirar el aire de la ciudad como uno más. Y al empezar a conectar todo ese caminar, descubrí que mientras más caminaba, más empezaba a entender la ciudad.

Hice la misma actividad casi una semana seguida (creo que la agente de bienes raíces empezó a cansarse de mí), aprendiendo todos los días un poco más, trazando nuevas rutas, hablando con la ciudad en el idioma de la calle. Hasta que llegué al punto en el que dejé de escuchar y empecé a hablar.

Me falta demasiado por conocer, pero ya voy agarrando el truco

Me monté en un autobus, caminé y no necesité buscar un mapa para saber donde estaba. Pude apuntar hacia donde estaban las cosas.

En ese momento fue que me enamoré de la ciudad.

Me enamoré como el primer amor adolescente, el que no ve ni entiende que es lo que le gusta, el que apenas conoce a ese objeto del afecto. Pero en realidad me enamoré.

Eso significa que en algún momento dejaré la inocencia y empezaré a pelear, a no escuchar, a dejar de sentir el mensaje, a no escuchar lo que en realidad me quieren transmitir.

Pero ahorita soy un simple inmigrante que tiene el suficiente tiempo para entender lo que la ciudad tiene para ofrecer. 

A ver que me consigo después. 

1 comentario:

Chigüire dijo...

Es imposible conocer una ciudad sin caminarla. Caminar es lo que hago cuando salgo de Caracas.

Me alegra que le estés agarrando el gusto.