miércoles, 8 de octubre de 2008

Sin chistes, emociones y mensajes...


Tengo en mente escribir sobre el efecto que tengo sobre los demás,

Sobre lo importante que siempre ha sido para mí que ese efecto sea discreto, pero efectivo.

Que impacte de manera positiva a la gente, que la inspire a ser mejor de lo que es.

Es decir, que aún cuando el efecto que genero en la gente no sea perceptible, exista. Y aunque no sea obvio mi aporte, sea imposible no ver mi esfuerzo en el resultado.

Trato de influir de la manera más efectiva, de la manera que aunque muchas veces no está bien, no es la correcta.

Hace un tiempo conversaba con dos personas (A quien aprecio mucho) que me hablaban de la asertividad y de lo fácil que era confundir asertividad con ser brusco y directo. Yo les comentaba que para mí, la asertividad era transmitir exactamente lo que se quería transmitir, de tal manera que generara el efecto que uno buscaba generar.

Y la polémica se desató ahí.

Mi punto era simple: Si uno quería generar caos, y generaba un mensaje orientado hacia el caos y el efecto del mensaje era el buscado, para mí la persona era asertiva. Es usar las herramientas de un modo poco obvio, pero el martillo no deja de ser martillo si en vez de clavar un clavo, clavas un tornillo.

Esa es una de las conversaciones más divertidas que he tenido en mi vida, por más allá del tema, generé un efecto exacto sobre las personas con las que conversaba: Les hice cuestionar todo en todo momento.

Hace poco me dí cuenta del efecto profundo que he tenido en algunas personas. Para bien o para mal, he tenido la capacidad de observar el resultado de mis acciones. Algunas correctas, algunas buenas, algunas malas, otras descarriadas.

Tal vez ese sea mi problema: Estoy tratando de enviar un mensaje a mi mismo, pero no entiendo exactamente que efecto quiero crear en mí...

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